palabras más, palabras menos
Pues aquí estoy, a las dos de la mañana de una agradable noche de abril, tal vez algo fresca, queriendo escribir algo para el blog y no me salen las letras. Tendré que pagar el recibo del COMI (Colegio Oficial de Musas Inspiradoras) a ver si consigo que el texto vuelva a fluir.
El caso es que entre la indefinición del tema a tratar, y el vacío de ideas, provocado tal vez por la marabunta de información a la que se nos somete a diario, me he aventurado a iniciar un nuevo documento de texto, en ese procesador de ídem que todos conocemos, la mayoría tiene instalado en su ordenador y sólo el uno por ciento presume de haberlo adquirido legalmente. Y no sabiendo muy bien por dónde atacar la incapacidad de encontrar un asunto claro, concreto y conciso sobre el que daros un poco la murga, mientras escucho canciones españolas de todos los tiempos, se me ocurre que no estaría de más que habláramos de eso. Sí, de eso. Joder si está bien claro, ¿no?: ESO.
Con lo rico y variado que es el idioma castellano (o español no vayamos ahora a ponernos a debatir, que son casi las dos y media), y resulta que una frase estándar es: “coge eso de ahí, lo que está al lado de aquello”. ¡Definitivo! Vamos, que si no lo has entendido, es que eres de Marte (en el caso de ser hombre) o de Júpiter (en el caso opuesto de ser mujer). Que levante el dedo meñique de la mano izquierda (los zurdos la diestra y/o derecha) quien no haya tenido una conversación de tal calado. Ninguno ¿cierto? Pues eso.
El DRAE, “usease” el Diccionario de la Real Academia Española, cuenta con más de 93.000 palabras en su edición número 23. ¡93.000 palabras! Y según estudios de todo tipo que no me voy a ocupar en enunciar ni mucho menos destripar en estos momentos, resulta que usamos como promedio menos de 300. ¡Cojones tiene la cosa!, que diría don Juan de Tolosa. Una persona culta puede usar unas 500, un periodista, o mejor un novelista, suele utilizar alrededor de 3.000. Y Miguel de Cervantes, ese famoso escritor al que ahora andamos desenterrando sus huesos, utilizó 8.000 en la obra cumbre de su vida (y a la sazón la más conocida del idioma español a nivel mundial), El Quijote. Una persona de estas rarunas y con poco bagaje cultural, educacional, literario o los tres a la vez, parece ser que se basta con unas 100 palabritas para tratar de hacerse entender.
Me pregunto yo para qué quieren los señores de la RAE tener tantos vocablos a nuestra disposición, si al final tendremos que incluir en nuestro ilustre e ilustrado diccionario palabrejas como «follamigo» o «amigovio», asín, u otras similares que serán o han sido metidas casi con calzador en las últimas ediciones de tan magna obra. Máxime cuando, también basándome en esos estudios existentes, un perro bien entrenado es capaz de entender unas 1.000 palabras diferentes. ¡Oigan! Que hasta los perros saben ya más que una gran parte de los humanos. ¡Manda huevos!
Y hablando de huevos: con los diversos significados que le podemos dar a una misma palabra, empleándola en diversas expresiones, aún se pone peor la cuestión. Sí, me estoy refiriendo a ese conocido texto que circula vía cualquier red social o aplicación para “chatear” (un extranjerismo aceptado recientemente como sinónimo de charlar vía Internet) y que versa sobre los diferentes y múltiples usos de la palabra cojones (o su sinónimo huevos).
¡Joder! Y qué narices hago yo aquí tratando de quedar como un culto medio a estas horas de la madrugada. Pues eso, que estaba yo aquí sin saber qué escribir, y ahora me va a tocar revisar este artículo a ver si consigo descifrar, enumerar y/o discernir cuántas palabras he empleado para ver si paso de culto o no llego a vulgar o mediocre.
¡Coño, las tres! Que ustedes lo lean bien…
2 Replies to “palabras más, palabras menos”
Cierto, pero y si vamos un poco más allá. ¿Y si comentamos también la variedad de temas de los que conversamos a lo largo del día? No voy a ponerlo tan difícil, venga, a lo largo de la semana…¡si nuestras conversaciones se ciñen al final a tres o cuatro temas, no más! A ver si el problema va a ser ese, ¿es que ya se nos han acabado los temas? ¿es que nos hemos vuelto tan básicos? ¿es que cuatro temas nos absorben la vida y no somos capaces de salir de ellos? Yo he llegado a un punto que necesito aire fresco, estoy por volver a leer el periódico a ver si por equivocación alguien lo ha leído también y podemos comentar alguna noticia.
Efectivamente Nuria. Pensaba dejar ese asunto y más posibles variantes acerca del presente artículo para una posible segunda parte.
En esto, no tengo muy claro si paso como con el huevo y la gallina, que no sé qué fue antes. Supongo que irían muy a la par.
No es mala idea lo que comentas… Y más ahora que el periódico lo puedes leer en casi cualquier parte. Aún así, estoy casi seguro que se hablaría de 4 cosas 😛
Gracias