Evolución circular
En algún lugar de la historia de cuyo tiempo no puedo acordarme existió una sociedad que se dedicaba a cazar, recolectar y sobrevivir. No tenían mayor preocupación prácticamente en la vida. Nutrirse, procrear y aumentar en número la tribu. A mayor número de individuos, mayor posibilidad de supervivencia física ante una tribu hostil menos numerosa. Evidentemente, y por añadidura, mayor intercambio de ideas. A alguien(es) se le(s) ocurrió plasmar según qué ideas en paredes de cuevas, abrigos de montaña o grandes rocas. Simple. Un gran invento ese de la transmisión de conocimiento. Un gran invento el de la comunicación.
Pasó el tiempo y lo que eran simples gruñidos orales se fueron refinando y convirtiendo en fonemas articulados de manera cada vez más diferenciados por nuestro aparato fonador. La humanidad balbuceaba sus primeras palabras. Otro pasito más. Comenzaba la transmisión oral.
Esa transmisión oral, por supuesto era efímera. «Las palabras se las lleva el viento», decimos ahora. Había que inventar un sistema para que esas ideas no se perdiesen en el tiempo como siglos atrás hacían los homínidos en sus cuevas con sus bisontes y gente cazando. A alguien(es) se le(s) ocurrió asignar a cada sonido pronunciado un carácter visual. Nacía el lenguaje escrito y la perpetuación de las ideas con él y en él. Diferentes grupos humanos tenían diferentes sonidos pronunciables, diferente cosmovisión. Ello dio lugar a diferentes caracteres escritos y, por lo tanto, diferentes códigos de caracteres, lo que en nuestra cultura conocemos como alfabeto o abecedario. Implícitamente había aparecido la diversidad de culturas, opiniones y maneras de ver las cosas.
El conocimiento a través de la escritura se fue extendiendo con una velocidad lenta medida en unidades humanas pero espectacularmente rápida medida en unidades secuoyiles.
Y llegaron los escribas… y los copistas. Ya no se podía ir más rápido, pensaron.
Y llegó el señor Johannes Gutenberg y le dio más velocidad al tema. Ya no se podía ir más rápido, pensaron.
Y el invento del señor Gutemberg se empezó a fabricar en serie. Llegó el negocio de la compra y venta de las ideas. Con dinero por medio ya se sabe que todo se mueve más ligero. Ya no se podía ir más rápido, pensaron.
Y luego la máquina de escribir. Una mini imprenta en casa. No se puede ir más rápido.
[…]
Y la fotocopiadora. Al principio segundos en duplicar todo un folio escrito. Y la multicopista. ¡Qué barbaridad!, ¡qué velocidad de copia! No se puede ir más rápido, pensaron.
La radio para unos pocos adinerados; la radio para el asalariado.
La televisión (en blanco y negro) para unos pocos; la televisión (en blanco y negro) para el asalariado.
La televisión (en color) para unos pocos; la televisión (en color) para el asalariado.
La grabación y reproducción de sonido para unos pocos; la grabación y reproducción de sonido para el asalariado.
La grabación y reproducción de imágenes para unos pocos; la grabación y reproducción de imágenes para el asalariado…
Y llegó el «progreso». Y se empezaron a descubrir métodos de escritura arcaicos: pinturas rupestres, hojas de pergamino, escritura cuneiforme… Y a los investigadores les resultó curioso y digno de estudio que por aquel entonces hubiese ya sociedades con individuos que se interrelacionaban. «¡Qué primitivos pero qué inteligentes eran ya estos muchachos con pelo! Claro, «inteligentes» visto desde nuestra inteligencia superior, claro, claro…» desde nuestra pedante inteligencia del «homo sobradis».
Y tras la revolución industrial la revolución digital. Y prescindir de la máquina de escribir. Y poder equivocarnos y corregir. Y poder imprimir: ¿qué mágico verdad? nuestras primeras impresiones. Un papel que plasma lo que hemos escrito en la pantalla. Sale y fiu fiu fiu, cae al suelo si no hemos puesto la bandeja portapapeles y lo recogemos. ¡Buf! cómo avanza la humanidad.
Y llega la informática para todos. Ya no para el asalariado sino para el hijo del asalariado. Para todos los hijos del asalariado. Y llega internet. Y los móviles. Y los móviles con internet. Y los sms que solo cuestan 15 céntimos enviarlos. Inmediato, rápido. Y llega la mensajería instantánea «gratis!!».
Y los was…
i aki stmos. komunikndonos cn el mv. kmpartiendo ideas cn los dmas. kulturizandonos. + uni2 q nunk. scribiendo dsd nuestra habitacion cn la umanidad, dsd nuestra kueba. mandndo bsos cn iconos, cn dibujos, dejndo constancia d nuestro paso, volviendo al principio, ugh, ugh, ugh…
…solo que si hay un cataclismo, de nuestro conocimiento digital solo quedará como testigo la basura que hay encima de nuestras cabezas en forma de satélite y cajas rectangulares plateadas esperando que alguien(es) invente(n) un sistema para decodificarla…
La siguiente civilización se quedará fascinada de nuevo ante la maravilla de Altamira.
Esteban 2.0.
One Reply to “Evolución circular”
Así ha sido; y yo añado que fueron hombres los que empezaron a contar la historia y los conocimientos, dentro de un patriarcado marcado por la exclusión de la mujer como algo sagrado y de gran sabiduria ¿Se contaba con sus conocimientos?