el móvil o la vida

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Curiosa situación

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Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre este tema, y siempre lo había dejado para más adelante. Por una sencilla razón: siempre me venía a la memoria mientras conducía, bien en el coche, bien en la moto.

Siempre me ha resultado, cuanto menos curioso, el ver a esos conductores, bien aposentados en sus cochazos, nuevos, relucientes, que les han costado varias decenas de miles de euros, y hablando con su móvil (de última generación, of course). Y claro, no me cuadra la situación.

¿Son caros?

Veamos: si echamos un vistazo al mundo del motor, encontramos que, hoy por hoy, cualquier vehículo digamos “normal” viene a costar más de 10.000 euros. Esto hablando de pequeños utilitarios, que no son los más vendidos en España, y en la mayoría de los casos son adquiridos como segundo vehículo de un hogar.

Si echamos otro vistazo al mercado, pero esta vez de los dispositivos manos libres para poder hablar por teléfono mientras conducimos, encontramos que, por poco más de 50 euros, tenemos uno de estos artefactos, de primera marca, nada “de los chinos”.

Ahora, sin necesidad de ser un doctor en matemáticas, encontramos que dotar de un dispositivo manos libres a nuestro flamante vehículo nuevo, nos supone un aumento del precio del vehículo de, cómo máximo, ¡¡¡UN 0,5%!!! Y esto en el caso de un vehículo pequeñito. Si empezamos a hablar de vehículos polivalentes (tipo el que suele tener el españolito medio) ese porcentaje baja prácticamente a la mitad, y de nuevo como tope.

Es decir, en un breve resumen: estamos dispuestos a arriesgarnos a pagar una multa de tropecientos euros (o lo que es peor, a pagar con vidas propias o ajenas) por no invertir 50 míseros en un aparato de este tipo. Como decía antes, curioso. Eso sí, luego no nos faltarán excusas ni improperios si Pegasus nos hace una foto y los “señores de verde” nos reclaman una aportación a las arcas del Estado. Y conste que, con esto, no estoy defendiendo las formas en las que se utilizan muchos radares en España, pero eso es para otro artículo. Por no hablar del uso que hacemos del móvil, que también da para otro escrito.

Negligencias

Esta circunstancia llega a límites difícilmente comprensibles en al menos dos casos. Por un lado están estos conductores que comentaba al principio, propietarios de coches de un mínimo de 25-30.000 euros, que lucen el modelo más novedoso de “esmartfon”, lo que curiosamente se traduce como teléfono inteligente, y ahí lo llevan, pegado a la oreja, restando una mano del volante y demás accesorios de la conducción, y sobre todo, una gran parte de la atención necesaria para dicha función. O sea, se pueden permitir comprar un coche de gama alta, pero no se gastan 50 cochinos euros en un dispositivo que puede evitar que acaben con alguna vida con su negligente actitud.  Eso sí, si puede llevar todas las pijerías habidas y por haber, mejor. Incluso rozando la horterada en algunos patéticos casos. Resumen: hay más inteligencia en su nuevo dispositivo telefónico que en su cabeza.

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El otro caso que me ha llamado mucho la atención, es el de esos “usuarios de motocicletas” (porque no les podemos llamar ni conductores ni moteros) que, en un “brillante” uso de su cabeza, llevan el aparatito móvil entre la oreja y el casco. Sí sí, así como lo leéis. Seguramente los habéis visto. Suelen hacerlo más los mensajeros o aquellas personas que se mueven con un ciclomotor o pequeña motocicleta a toda velocidad por la ciudad por motivos de trabajo. Pero su uso se ha extendido a todo tipo de usuarios y clases. La verdad es que ver a uno de estos personajes, con una moto de gran cilindrada, un casco “de chicha y nabo” y el móvil en cuestión colocado a presión en la zona mencionada, no tiene precio. Prefiere gastar más en su teléfono que un su casco. Resumen: de nuevo hay más inteligencia en el móvil, que en la cabeza.

Yo uso el manos libres

Desde que salieron los dispositivos manos libres al alcance de la mayor parte de la población, me hice con uno de ellos, y en todos los vehículos que he tenido a posteriori, ha venido conmigo, el mismo u otro ya incorporado. Incluso me hice con uno para la moto. No cuestan mucho, y su valor es inmensamente nimio para lo que puede llegar a “ahorrarnos”. Una vida no se puede pagar, y si se quita, no se puede devolver. Y evitar eso, no tiene precio.

IMÁGENES: tuexpertomovil.com circulaseguro.com elguardabarros.blogspot.com

2 Replies to “el móvil o la vida”

  1. ¿Estamos hablando de los mismos sujetos que cuando les entra una llamada mientras cocinan, se duchan, abren un agujero con la black & decker, estan echando un kiki o ponen el último palillo de la réplica de la Pinta no atenderían una llamada por ser un momento peligroso o delicado?

    Yo creo que es un problema de inconsciencia en su sentido más literal de la palabra. Las cosas no suceden hasta que suceden y una tragedia al volante propia o ajena son más comunes de lo que nos pensamos.

    A veces esa tragedia solo sucede una y única vez. Por favor, seamos más conscientes.

    Gracias Juan por tus reflexiones.

    1. Pues eso mismo Esteban.

      Lo has clavado, no sé si primero con la Black & Decker y luego con el martillo, o «a pelo», pero así es…

      Gracias a ti, «as usual» 🙂

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