otra tarde de agosto

otra tarde de agosto

brindis1(entremujeres.com)

el sonido de las copas al brindar iluminó el cruce de cómplices miradas. el deseo emanaba desde las pupilas, derramándose y cubriendo cada poro de nuestra piel. la suave brisa llegada del mar, aplacaba apenas el calor de la tarde, mucho menos el de nuestros cuerpos.

mis manos comenzaron a dibujar senderos en su piel, que mis labios se encargaban de colorear. su cabeza inclinada hacia atrás reflejaba la excitación que empezaba a apoderarse por entero de ella. su vello erizado irradiaba la plena disposición, y sus pechos enhiestos corroboraban la necesidad de ser satisfecha.

parejas4(shojosdebella.blogspot.com)caer sobre la cama y comenzar a gemir con inusitada fuerza fue todo uno. las contracciones de su abdomen al sentirse recorrido por mi boca bailaban a ritmo con sus movimientos de cabeza a cada lado, mientras mis manos volaban por su cuerpo en harmónicos movimientos incitantes.

la cálida humedad de la estancia se vio incrementada cuando ambos nos fundimos en un solo ser. mis brazos la sujetaban aferrándola a mí, con fuerza elegante. nuestros ojos, a la misma altura, aumentaron la pasión del instante, vertida en un beso profundo y abrasador.

la cadencia de la tarde se avivó por momentos. la brisa aumentó acorde al son de nuestro vaivén. su corta melena descontrolada cubría su desatada mirada. los impulsos sexuales aceleraron nuestra tensión. dos corazones bombeando en un mismo ardor. roce con roce. piel con piel. boca con boca. sexo contra sexo como lucha de placeres.

pareja(vivicastrillon.wordpress.com)el sudor de nuestro brío resbalaba entre dos tierras en constante convulsión, provocando un seísmo de fruición difícilmente controlable, alcanzando las máximas cotas de satisfacción cuando su gemido sordo y persistente se convirtió en un ahogado grito de deleite. almas en vilo. fervor liberado.

de espaldas en la cama, los jadeos fueron calmándose como la tarde, al tiempo que la brisa marina recuperaba su protagonismo, haciendo ondear suavemente las ligeras cortinas, aliviando mansamente el fuego que todavía nos anegaba.

el sonido de las copas al brindar iluminó nuevamente el cruce de miradas, satisfechas esta vez, y con un brillo especial. el champagne se encargó de refrescar las secas gargantas y de devolver el fulgor a sus ojos, que de nuevo comenzaron a centellear con inusitada fuerza. el ruido de una copa al chocar contra el suelo, consecuencia de la impetuosa salida de nuevo hacia el dormitorio, fue todo lo que se volvió a escuchar en la estancia el resto de la tarde

 

 

imágenes: vivicastrillon.wordpress.com / entremujeres.com / shojosdebella.blogspot.com

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