Dos islas

Dos islas

Eran dos islas unidas por un puente sólido. El puente había cubierto con tierra fértil sus yermas piedras trabajadas a mano; la tierra con hierba, flores y árboles; la vegetación con toda suerte de mamíferos, reptiles y aves. No se podía diferenciar ya si había una isla aquí y otra allá. Ellas dos habían formado una sola mucho más grande, mucho más segura, mucho más hermosa.

En ese puente correteaban contentos las dos criaturas más especiales que se podían conocer. Jugaban confiados pensando que pisaban suelo firme. En él habían aprendido a gatear, andar, correr, saltar, nadar, pedalear… y también a balbucear, a decir papá, y mamá, a llorar, a reír, a cantar y a decir que y que no… También a preguntar…, y a pensar

Allí, además de ellos dos, vivían unos seres misteriosos que nadie había visto pero que no había duda de que existían. Se llamaban proyectos y tenían forma de coche nuevo, de piso nuevo, de viaje a otras islas, de amor para siempre, de estabilidad económica o de familia ejemplar.

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La isla E se había visto invadida por todo tipo de especies de la isla L. La isla L también aceptó la flora y fauna de E. Se entremezclaron, dieron lugar a nuevas especies creando un mundo como no existía mundo alguno. Esas hermosas especies se llamaban besos, metáforas, abrazos, miradas, caricias, apoyo, comprensión… amor. No hacía falta apostarse en ninguna colina ni camuflarse para localizarlos. Todos ellos campaban a sus anchas, bien en una isla, bien en otra, pero les gustaba tomar el sol en el puente, allá donde ambas se unían, arropando a X e Y. A ellos dos les encantaba sentirse rodeados de tanta criatura bondadosa.

Veían que un beso abrazaba a otro, que un abrazo besaba a otro, que una mirada acariciaba a la otra, que una caricia se encontraba con los ojos de otra… Ellos imitaban lo que veían como algo natural. Al fin y al cabo no habían visto nada más durante años.

Todo era ilídico. Si el paraíso existe, a buen seguro se parecería a aquello y si es una mera invención, aquél puente podría haber sido la inspiración para recrearlo. Todo estaba en su sitio y nada fuera de él. No había miedo, ni recelo ni rencor.

No había nada inquietante. Solo que por el horizonte empezaban a aparecer nubes de color mentira.

Esteban 2.0.

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